El partido y el pueblo

En días recientes, el partido que hoy gobierna vivió días convulsos, de confusión y enojo. Imaginemos por un momento un movimiento que por más de 18 años luchó por tener lo que hoy tiene, un movimiento que aglutinó, con el pasar de los tiempos, a sectores que pelearon por ser visibilizados, hasta que el 10 de julio de 2014 este movimiento que surgió de las cenizas de la derrota, una y otra vez, conformaba un partido, tan rápido y tan solido. MORENA surge como la esperanza de millones de mexicanos, muchos durmieron a la intemperie durante el plantón de reforma, otros tantos gastaron la suela de los zapatos y marcharon infinidad de veces. Así hasta que, en su primera elección presidencial, sin decir agua va, logró llevar a su líder moral, Andrés Manuel López Obrador, a la presidencia de la república.

El triunfo en el 2018 fue el fruto de una larga lucha. Por eso MORENA es visto como un preciado tesoro para cada uno de sus militantes que construyeron, cual bloque de cemento, el muro con el cual la derecha se estrelló. Entonces, es normal que se vivan días convulsos y difíciles, donde la dirigencia del partido se disputa entre quienes quieren que Yeidckol Polevsky siga y quienes quieren a Bertha Luján. Pero más allá de los nombres y personajes, están los nombres más importantes, y ellos son la militancia morenista. MORENA no puede ni debe ser hermano gemelo del PRD, debe ser mejor y demostrar la unidad que los llevó a donde hoy están. MORENA demostró que no es el poder por el poder, que hay algo más allá: un proyecto de nación. Es aquí donde este movimiento pasa a ser más que un movimiento de masas y se convierte en el partido del pueblo.

El partido del pueblo hoy día es MORENA, no lo fue el PAN y el PRI hace casi 20 años dista de serlo. Ser el partido del pueblo significa estar en todos lados, como si fuera un plano cartesiano, el partido está desde los estratos horizontales como en las estructuras verticales, y lo mismo se respira el aire morenista en Baja California que en Chiapas. Pocas veces esto había pasado y cuando un partido se mete hasta las entrañas de un país y logra estar en todas partes sin un gasto excesivo, es porque es honesto, transparente y es una militancia de convicción. Ojalá esta fase de militancia por convicción dure mucho y no le ocurra lo que a muchos otros partidos.

Los egos deben quedar de lado y la aceptación de la derrota debe ser parte del proceso democrático de un partido que pregona democracia a cada paso que da, deben empezar por su casa y demostrar que el partido del presidente es un partido de democracias y no de demagogias.

Alfonso Ramírez Cuellar fue designado presidente interino del partido y es a quien le toca garantizar una transición limpia y democrática, vuelvo a repetir, no puede haber tribus como en el PRD y menos cacicazgos como en el PRI. MORENA va, aún no sabemos por qué camino; ojalá, como dije antes, sea el de un partido congruente.

LA NACIÓN