mayo 20, 2020

Es urgente que empresas mexicanas volteen a ver a mujeres

Hace algunos días impartí una plática sobre la importancia de las mujeres en la empresa. Mi objetivo desde que elegí este tema fue exponer la situación actual de las mujeres en el sector empresarial para poder entender el impacto positivo que tiene tanto en lo individual como en lo colectivo.

Según una tabla publicada por McKinsey&Company sobre la representación por género en rangos corporativos, muestra que por cada 100 CEO, 92 son hombres y solamente 8 son mujeres. Estas cifras cambian respecto a gerentes y administrativos porque de 100 puestos, 65 son hombres y 35 mujeres. Vemos con ello que entre más arriba se mire en el directorio de una compañía, menos probable es encontrar a una mujer^[1].

Pero vayamos un poco más atrás y analicemos la raíz del problema.

En México existe muy poca participación de mujeres en el campo laboral. Aunque las mujeres representan el 46% por ciento de los graduados universitarios, solo ocupan el 10% por ciento de los puestos ejecutivos^[2]. Esto se debe principalmente a dos razones: estereotipos de género en donde se considera a la mujer en roles del hogar y cuidados familiares, mismos que se replican en empresas al momento de contrataciones; además de pocas regulaciones y políticas que abatan el problema.

Esta baja participación laboral afecta en lo personal en diversas cuestiones: dependencia económica hacia los padres o pareja, menor calidad de vida para las familias porque solo se perciben ingresos de un solo miembro y mayor posibilidad de sufrir violencia doméstica debido a la misma dependencia económica. En lo colectivo afecta en que no hay un progreso en la disminución de la brecha de género y menos aportación al PIB nacional.

Las mismas mujeres que asistieron a la plática después de comentar lo anterior, comenzaron a exponer las experiencias que ellas habían tenido al momento de participar en un proceso de contratación además de las razones por las cuales ellas consideraban complicado el tener un empleo de oficina. Lo primero que me sorprendió y hoy comparto contigo, es que todas las mujeres, sin importar edad, sexo, religión o status social, tenemos una historia de discriminación que contar. La segunda, es que el mayor problema que existe y que impide a las mujeres trabajar es justamente los roles atribuidos al hogar. Al momento de hablar, cada una en contexto distinto pero de manera análoga, expusieron que los retos a los que se enfrentan es que necesitan tiempo en casa para el cuidado de los hijos, mayor participación de sus parejas en las tareas del hogar, mejores salarios, seguridad social, mayor oportunidad de contratación y de espacios de toma de decisiones.

Vemos con este análisis aunque general, que la situación de las mujeres es distinta a la de los hombres, por lo que es necesario que las empresas tomen en cuenta estas realidades y desarrollen políticas al interior que puedan beneficiar y promover la participación de las mujeres en donde además de beneficiarlas y transformar la realidad del país, también se estará beneficiando la empresa. Ya lo indicó la Organización Internacional del Trabajo (OIT) en 2019 indicando que el impacto de las mujeres dentro de la empresa se refleja en que sus resultados aumentan hasta en un 20% las ganancias de las empresas, aceleran la innovación de la misma, se aprovecha el talento en cuanto a recursos humanos y por ende, aumenta la reputación de la empresa.

Los retos son varios, es por ello necesario que el Estado implemente políticas públicas que ayuden a las mujeres a desarrollarse de acuerdo a sus condiciones, ya que diversos factores históricos y sobretodo culturales, han hecho que la balanza esté inclinada a favor de los hombres.

Para ello, es necesario que sector público, privado y sociedad civil pongan de su parte para diseñar acciones que puedan garantizar la inclusión de las mujeres en el campo laboral y con ello lograr una sociedad igualitaria.