Historias de mujeres
Susana es una migrante que se sumó vía WhatsApp a la caravana que partió de San Pedro Sula, Honduras, el 13 de octubre de 2019. Salió de su país y dejó todas sus posesiones porque la situación era demasiado insegura para ella y su familia. La delincuencia organizada y la pobreza han secuestrado su país. A su hijo, de apenas 6 años, le quedan sólo seis años más para que se convierta en parte de la delincuencia a pesar de su voluntad. Susana, además, ha vivido la enfermedad de su pequeño hijo de 4 años: cáncer. La falta de medicinas y la precariedad en la que vivía no le permitieron darle una oportunidad de tratamiento a su pequeño quien falleció hace tres años, un 25 de septiembre.
Susana no viene sola, ha caminado kilómetros y kilómetros al lado de su marido, un hombre que viene cargando la frustración de no poder quedarse en su país, con los suyos. Con ellos viene también su pequeño hijo de 6 años. Susana llegó sana y salva a la Ciudad de México, pero padeció miedos y angustias en el camino de la caravana. No sabe qué decisión tomar, si se queda en la Ciudad de México o sigue su camino hacia la frontera. Algunos líderes les han prometido que llegarán a Estado Unidos para lograr su sueño americano, siempre y cuando se mantengan juntos y sigan con los lineamientos y reglas que estos líderes les impongan. Sin embargo, ella duda; quiere proteger a su familia, sabe los riesgos que vienen y reconoce que el tramo más difícil es el que sigue de la Ciudad de México a la frontera norte. Sabe que habrá sed, hambre, frío, abusos, extorsiones y, quizá, separación de su familia.
Hoy, Susana quiere un trabajo y un lugar donde albergarse con su familia. Corriendo y apurada entre la gente pide trabajo para su marido; se anota en listas y pide asilo. Una mujer valiente que está buscando una respuesta, una esperanza. Han decidido quedarse en México y trabajar en lo que se pueda. “Mi marido sabe trabajar mucho. Es conductor de camiones de carga, de tráiler, de camionetas. Sabe realizar trabajos de construcción y albañilería. Pido urgente un trabajo para él. Y si hay para mujeres, entonces apúntenme a mí para trabajar mientras me cuida mi pequeño.”
Hablo con ella y Susana nos cuenta: “Hemos dejado nuestro país, Honduras, porque no podemos más con la inseguridad. Nos piden dinero para todo. Nos amenazan y no hay trabajo. Estamos desesperados y por eso nos sumamos a la caravana. Hay quienes nos quieren convencer de irnos hacia el norte, pero nos da miedo poner en riesgo a nuestro hijo, el único que nos queda”.
De esta manera, muchas mujeres de la caravana han decidido cambiar su destino y quedarse en nuestro país para ver la posibilitada de conseguir un trabajo que por lo menos les permita comer y sobrevivir. Han cruzado por lugares muy peligrosos y el riesgo sigue siendo altísimo. Muchas de ellas se encuentran embarazadas y otras vienen cargando a uno, dos o hasta tres hijos que no quieren poner en riesgo. Como mujeres guerreras han dejado a un lado a grupos con los que venían caminando en la caravana para reflexionar sobre su seguridad y quedarse en la Ciudad de México, donde entre alegría y lágrimas dicen estar agradecidas por el trato humanitario recibido por parte de los capitalinos.
¿Cuál será su destino? No lo sé. Lo que sí he aprendido es de su valentía y de su responsabilidad cómo madres. He aprendido que son capaces de dejar todas sus posesiones por salvar a sus hijos, pero también son capaces de reflexionar y decir aquí me quedo. Comenzar de cero y empezar una vida nueva.
Historias de Mujeres
Licenciada en Relaciones Internacionales y en Derecho. Conduce el programa de radio Nosotras Hablamos y de televisión De Aventón con Vero en Grupo Fórmula. Activista y Promotora de Salud.
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