La Quebrada
“Acuérdate de Acapulco, María Bonita…”
Acapulco es, pese a su mediático presente, uno de los lugares icónicos de México; y es en este espacio tropical del Pacífico donde se encuentra ubicada una de las atracciones más vistosas del México de los 60 y 80, me refiero a “La Quebrada”.
La sensacional Quebrada es un famoso acantilado que desde la década de 1930 ha sido escenario de la valentía y habilidad de numerosos clavadistas que arriesgan su vida en un ejercicio de cálculo y acrobacia, saltan 45 metros de altura hacia un estanque de 6 metros de profundidad que se crea en los breves momentos en que sube la marea con el oleaje natural de la zona. Y aunque alguna vez el gran “Cantinflas” lo hizo ver accidentalmente fácil en su película El bolero de Raquel, lo cierto es que el cálculo debe ser siempre preciso para no terminar en un terrible accidente.
Para conocer el significado del nombre de “La Quebrada” muy probablemente se deba hurgar históricamente unos tres siglos atrás, cuando los colonizadores españoles crearon el puerto de Acapulco como el primer gran puerto comercial del Pacífico, mismos que nombraron a esta formación rocosa como la “Roca Quebrada” por su singular anatomía orográfica. Esta locución se simplificó quedando de manera coloquial el nombre de “La Quebrada”.
Desde que detonó Acapulco como un lugar turístico importante, con las entrañables Caleta y Caletilla, cualquiera que ha visto a los clavadistas lanzarse hacia el océano sabrá del gran valor de estos audaces guerrerenses. Sin embargo, de múltiples entrevistas a varios de ellos siempre se ha sabido que, sin importar qué tanta práctica o experiencia tengan, a cada clavado le antecede el miedo. Muchos clavadistas han tenido accidentes, la mayoría causados por el fuerte impacto al hacer contacto con el agua, sin embargo, hasta ahora, no se ha reportado ninguna muerte.
Lo más impresionante de todo es el cálculo matemático y la precisión con la que uno se debe lanzar. Se ha calculado de manera precisa que le toma a la corriente tres segundos en llegar de la boca del acantilado al risco, y sólo cinco segundos de corriente de oleaje alto, es decir, solo hay dos segundos de margen de error.
Por ello, en la oportunidad que tuve de visitar este espectacular lugar, llamó mi atención la meditación y los rituales religiosos que realizan los clavadistas, muchos de los cuales dejan rosarios en una imagen de la virgen de Guadalupe que se encuentra en la parte superior, junto al ondear de nuestra bandera nacional. La vida activa de los clavadistas es bastante larga, se puede estimar que si empiezan su carrera a los 17 años y la termina a los 45, se habrán lanzado alrededor de unas 15,560 veces.
Actualmente existen horarios para apreciar este espectáculo, en donde quizá uno de los más vistosos sea el nocturno cuando se lanzan con antorchas que dan luminosidad y vistosidad a tan espectaculares piruetas aéreas. Si uno llega con buen tiempo, podrá presenciar espectaculares puestas de sol como la que les dejo en la fotografía. Vale la pena señalar que sólo hay dos puntos para poder observar claramente a los clavadistas: El Hotel Mirador (que también fue parte de las locaciones en la película de Cantinflas) y el propio mirador de “La Quebrada”.
Conociendo México
Historiador y Cronista. Colaborador de National Geographic y director del Museo de Historia y Curiosidades de San Cristóbal.
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