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¿Si con las Organizaciones de la Sociedad Civil?

¿Si con las Organizaciones de la Sociedad Civil?

La esencia del surgimiento de las Organizaciones de la Sociedad Civil (OSC) es llenar los vacíos del gobierno. Su rol ante casos de violaciones a derechos humanos es fundamental, ya que son las que visibilizan los abusos de autoridad y hacen del conocimiento de la población sus derechos y cómo exigirlos.

Gracias a la presión que éstas ejercen han logrado que el gobierno implemente políticas públicas, promulgue leyes y ratifique tratados internacionales en materia de derechos humanos.

Esto lo podemos ver en su máximo esplendor en el caso de las muertas de Juárez cuando, gracias a la presión social ejercida, se logró a nivel estatal la creación de la Fiscalía Especial para la Investigación de Homicidios de la Mujer (1998), el Instituto Coahuilense de la Mujer (2000), la inclusión de la violencia familiar como conducta sancionada dentro del código penal y civil del Estado (2001), la creación de la Subprocuraduría de Derechos Humanos y Atención a Víctimas del Delito (2004), la reforma integral al sistema de justicia estatal (2004), el programa Chihuahua Seguro (2005) y la Unidad Especializada para la búsqueda de personas ausentes o extraviadas (2006); y a nivel nacional, la ratificación del Protocolo Facultativo de la Convención sobre la Eliminación de Todas las Formas de Discriminación contra la Mujer.

En este caso, fue a raíz de la presión reputacional o avergonzamiento, como lo llama Alejandro Anaya Muñoz1, por grupos locales de la sociedad civil y organizaciones, que se promovió la visibilidad de la situación en ámbitos locales e internacionales, mismos que provocaron reacciones y respuestas del gobierno2.

En el país, según datos del Sistema de Información del Registro Federal de las OSC del Instituto Nacional de Desarrollo Social3, se cuenta con un registro de 42,269 Organizaciones de la Sociedad Civil (OSC).

Pero la tarea de las OSC cada vez es más complicada. En la actualidad, los retos con los que se enfrentan son varios: cambios en la administración federal, multas y sanciones, tasa de mortalidad de las organizaciones de la sociedad civil, sobre regulación, informalidad laboral, escaso financiamiento y profesionalización, entre otras. Esto ha ocasionado que muchas de estas poco a poco vayan desapareciendo.

¿Está siendo el gobierno muy duro con el tercer sector?

La realidad es que han surgido OSC que han sido creadas con fines de lavado de dinero y de reputaciones como guarderías y comedores comunitarios, sólo por poner ejemplos; y otras que, pese al esfuerzo reconocible de su labor social, no generan cambios sistémicos en el país y que aclaro, sin que esa sea su intención, dan a la sociedad mexicana más de lo mismo: asistencialismo. ¿Hemos perdido credibilidad? ¿Estamos pagando justos por pecadores? Sólo hay una respuesta: sí.

En esta ocasión abarcaré dos consecuencias que considero bastante importante analizar: el asistencialismo social4 y la pérdida de confianza.

El asistencialismo vaya que sí es un mal para un país pobre y desigual como México. Como OSC debemos terminar con la cultura de la donación para comenzar a hablar de proyectos de desarrollo, incidencia en políticas públicas, implementación de programas sociales de impacto, difusión y promoción de los derechos humanos y de capacitaciones en diversos temas para potenciar proyectos locales.

Como afirmó Diego Vázquez para Editorial El Vigía (¡y con cuánta razón!): “La política social parte de un enfoque asistencial, que está localizada sólo a los grupos más pobres del país, y hay un riesgo muy grande de que se utilice para fines políticos y electorales. Este esquema ha fallado en reducir la pobreza y la desigualdad, ya que los niveles de pobreza, a largo plazo, se han mantenido iguales”5.

Perdonen lo directo de mis letras, pero actividades como regalar juguetes, repartir cobijas, donar ropa y zapatos no es que sean malas ni que deban dejar de hacerse, pero únicamente estamos regalando felicidad momentánea y no estamos logrando un impacto a largo plazo, ni cambiamos vidas ni reducimos las desigualdades (que son bastantes) de este país.

Te pregunto, OSC, ¿hasta dónde quieres que llegue tu ayuda?

La segunda consecuencia es la pérdida de confianza. Esto lo podemos corroborar con la sobre regulación a raíz de la nueva administración, en lo tedioso que suelen ser los requisitos para aplicar a convocatorias tanto nacionales e internacionales y en lo difícil que es la procuración de fondos.

¿Cuántas veces no nos hemos encontrado a recaudadores de fondos de OSC en las calles y les huimos?

El panorama parece desalentador. Por eso este texto es una invitación a ser autocríticos sobre cómo podemos potencializar el alcance de nuestras actividades como OSC y sobre la obligación que tenemos de demostrar por qué es necesaria nuestra existencia como tercer sector para garantizar un país democrático.

Recordando la ponencia que Gabriel Guerra Castellanos dio a principios de febrero para Appleseed: debemos procurar tener indicadores, institucionalizarnos, saber comunicar lo que hacemos, capacitarnos, dejar de lado los protagonismos y comunicar la rendición de cuentas.

Son retos, claro está, pero recordemos que ante momentos de crisis, siempre crecemos.

 

¡#SíConLasOSC!

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1Dr. en Gobierno y Maestro en Teoría y Práctica de los Derechos Humanos por la Universidad de Essex, Inglaterra. En el ITESO es profesor del Depto. de Estudios Sociopolíticos y Jurídicos (DSOJ) y coordinador de la Maestría en Derechos Humanos y Paz.

2ANAYA MUÑOZ, Alejandro. “Debatiendo el papel de escrutinio internacional de derechos humanos sobre México”. CIDE. págs. 81, 82.

3Registro Federal de las Organizaciones de la Sociedad Civil, Directorio de organizaciones de la sociedad civil inscritas en el Registro Federal de las OSC 2019. INDESOL. Datos consultados el 30 de junio de 2019: https://datos.gob.mx/busca/dataset/registro-federal-de-las-organizaciones-de-la-sociedad-civil/resource/49e820f6-4ddb-4808-bed9-ce8f53b2a728

4Entendida como toda ayuda brindada a alguna persona considerada en situación desventajosa, desprotegida o adversa. Puede ser asistencia social por parte del gobierno, órdenes religiosas u organizaciones de carácter social y sin fines de lucro. Se representa en la acción de extender un bien o atención a los llamados “necesitados”.

5https://www.elvigia.net/columnas/2018/1/25/asistencialismo-294246.html

Frente al espejo Licenciada en Derecho, maestría en Derechos Humanos, diplomado en Derechos Humanos y Migración. aremi@personalidadesrevista.com

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