Sin efectos

Sin efectos

La pandemia del COVID-19 como mera dimensión de salud, se queda corta en sus alcances, pues no delimita estratos sociales ni se constriñe a determinadas edades, los efectos que trae consigo, son de hondo calado y suponen la intervención de todos los actores sociales, el tema no se agota en la pregunta ¿Qué hace el gobierno federal ante la crisis de salud? La realidad que enfrentamos supone ir más allá de lo que propone e implementa el gobierno pues no se ven alternativas.

Los efectos secundarios comportan un déficit alimentario y económico sin precedentes; el deterioro social producto del pánico; el incremento sostenido de violencia intrafamiliar que exponencialmente se está disparando; la crisis humanitaria de migrantes que, dicho sea de paso, trastoca las relaciones sociales en las regiones por donde transita; el desempleo que se gesta ante la contingencia, vulnerando derechos laborales: miles se están quedando sin trabajo; la crisis económica que implica el cierre de empresas y su consecuencia natural, el desmantelamiento de las líneas productivas y la prestación de servicios.

Frente a estos escenarios tan caóticos, el ser humano tiende a reagruparse para hacer frente al estado de vulnerabilidad en el que se encuentra, la experiencia de la sociedad mexicana lo demuestra; 1985 está en la memoria, en 2009 nos volvimos a enfrentar a lo mismo, el 2017 dejo secuelas, pero revertimos los efectos del temblor y salimos, las pérdidas han sido cuantiosas, pero se queda la experiencia y el coraje de salir adelante, unidos, solidarios.

Organizados, enfrentamos las inclemencias y hemos salido fortalecidos ante las contingencias, si bien la sana distancia es en este momento la clave, ser solidarios es la llave que nos permitirá remontar el adverso escenario, algunas muestras de este mecanismo, las podemos distinguir en el día a día, más aún, cuando en el discurso oficial se aprecia la disposición (ojalá no se quede en eso nada más) cuando anuncia tres objetivos del Programa de Empleo y Bienestar:

  • Apoyar a 22 millones de personas pobres.
  • Otorgar, de abril a diciembre, 2 millones 100 mil créditos.
  • Generar 2 millones de empleos, en 8 meses.

En este sentido la señal no es mala, al contrario, me parece muy acertado el proyecto. El inconveniente lo visualizo en los siguientes aspectos que me parecen centrales: primero, el cinco de abril, se anunció bajar los sueldos de los altos funcionarios y la eliminación de los aguinaldos desde el cargo de subdirectores hasta el presidente de la República…

Sorprende la medida porque en una República cuya directriz en esencia es el marco constitucional y el estado de derecho, los obligados primarios son quienes representan a los poderes de la Unión,  mala señal porque los salarios y las prestaciones son irrenunciables constitucionalmente; segundo, el ejemplo ya está, aunque muchas empresas y establecimientos  se hayan adelantado reduciendo salarios y despidiendo gente en el marco del aislamiento voluntario…

¿Con qué autoridad se revierte este tipo de decisiones? La medida anunciada abre la puerta, no al aislamiento social, sino a una crisis social mayormente insostenible si no se generan condiciones de inmediato para paliar por lo menos la etapa tres, la más significativa de la pandemia.

La proyección de la crisis social y económica ante estos efectos es desalentadora. Sin embargo, haciendo énfasis en la solidaridad que nos caracteriza como ciudadanos en épocas de crisis, estoy convencido de que podemos y podremos.

Es Licenciado en derecho especializado en derecho laboral burocrático, Maestro en derecho laboral y doctorante en administración y políticas públicas; ha sido asesor en sindicatos federados e independientes, catedrático en diversas universidades y conferenciante en temas de seguridad social, derechos laborales, derechos humanos entre otros.

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