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¿El dinero nos transforma o nos revela?

¿El dinero nos transforma o nos revela?

El dinero juega un papel muy importante en nuestra vida; todos los días tenemos contacto de una u otra manera con esta realidad. Cada bien que poseemos o deseamos, está relacionado con el dinero que generamos. Trabajamos para obtener ganancias que nos permitan intercambiarlas por alimento, protección, educación, diversión, salud, gustos e incluso caprichos. Gracias al deseo que los humanos tenemos por obtener dinero, se han inventado grandes herramientas; desde la imprenta hasta el internet.

 

Desde esta perspectiva, el dinero es un detonador de ingenio, sagacidad, esfuerzo, talento y persistencia. Sin embargo, también en nombre del dinero se cometen abusos, injusticias, delitos y traiciones. Por el hambre de riqueza, algunos son capaces de revelar secretos íntimos, dividir a la familia, denunciar a sus padres, cometer fraudes, secuestros e incluso, homicidios.

¿El dinero cambia a la gente?

Se dice que el dinero cambia a la gente. Ahora bien, desde mi perspectiva, el dinero no modifica la forma de ser de las personas…simplemente la desnuda.

Con esto quiero decir que el poder que acompaña a la riqueza descubre actitudes que ya estaban en el individuo, pero que este no se atrevía a exponer por la falta de seguridad en sí mismo. Al sentirse respaldado por la confianza que provee el dinero, entonces se atreve a mostrar aquello que mantenía oculto. La persona con corazón desprendido, al poseer más riqueza, simplemente realiza dádivas mayores, mientras que la de corazón miserable, ejecuta actos más ruines. La avaricia, por su lado, ya estaba enraizada en su interior; no surgió en el momento de percibir más ingresos.

 

El reto ante el dinero no es cuánto tenemos, sino como nos relacionamos con él. ¿Lo vemos como un instrumento para cumplir nuestros sueños? ¿O como una meta? ¿Es este una tabla de salvación o el centro de nuestra existencia?


Quie
n lo toma desde esta última perspectiva,convierte su vida y felicidad en algo tan frágil como el saldo de su cuenta bancaria. Cuando hay bastante, se cree firme, exitoso y piensa que es feliz, pero cuando el saldo disminuye (aunque sea un poco), se siente inseguro, incapaz y fracasado. Este tipo de persona termina basando su estabilidad emocional y personal en algo totalmente incierto y pasajero, como lo es el dinero; vive para proteger sus ganancias, no para disfrutarlas. Teme que se le agoten y para evitarlo, incrementa su avaricia.

 

Las Sagradas Escrituras nos dicen que la raíz de todos los males está en el amor al dinero. Nótese que no dice que la raíz de la maldad es el dinero, sino el amor a él, pues donde está el corazón del ser humano, allí se encuentran sus prioridades y el centro de su vida. Un gran ejemplo sería lo que los enamorados son capaces de hacer por el objeto de su amor: Romeo por Julieta, el Che Guevara por la revolución o el narcotraficante por la sensación de poder.

 

¿Cómo podemos evitar caer en estos extremos?

La medida preventiva para prosperar sin caer en la idolatría por el dinero y sus terribles consecuencias, es vivir para dar y para disfrutar. La generosidad, manifestada a través de invertir en otros (sea una iglesia, agrupación de beneficencia, un desconocido en necesidad o nuestros seres queridos) es el mejor antídoto para mantener nuestro corazón desenfocado de la avaricia y concentrado en lo que realmente vale la pena: dar y disfrutar.

 

¿Cómo se ha sentido cuando obsequia algo valioso? ¿Qué sensación ha experimentado cuando gracias a su generosidad, alguien más ve realizado su sueño o realizada una necesidad que consideraba insuperable?

 

Atrevámonos a desarrollar una relación con el dinero en la que nosotros seamos sus amos y administradores, en lugar de convertirnos en sus esclavos. Por supuesto que debemos aprender a manejarlo, multiplicarlo e intentar prosperar, sin embargo, jamás debemos permitir que la acumulación nos prive de disfrutar y compartir. Al final, el dineropuede ser un excelente amigo, pero un pésimo amante. Solo somos propietarios de aquello que podemos regalar, porque cuando no podemos dar algo, hemos dejado de ser sus dueños para convertirnos en sus esclavos (pues dependemos de ello).

Practiquemos la generosidad y disfrutemos del fruto de nuestro esfuerzo y trabajo.

 

 

 

<strong>Transformación Personal</strong> Licenciado en Ciencias de la Comunicación. Diplomado en Alta Dirección. Doble certificación internacional en Coaching.

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